Trabajador
fue despedido por constituir sindicato en compañía minera
Solo
en este país bananero, donde supuestamente –para muchos– reinan el progreso y
la ley, constituir un sindicato es una ofensa y un hecho ilegítimo.
Los
defensores fanáticos de la minería, que alegan que este país bananero no se
podrá "desarrollar" –léase adquirir TV plasmas, celulares de última
tecnología y tarjetas de crédito–, soterran o ignoran la cruda realidad. Para
ellos se trata, simplemente, de externalidades
negativas de mercado. La grave desestructuración social y los enormes
perjuicios ambientales que provocan las transnacionales mineras son
externalidades de mercado y efectos colaterales subsanables. Los graves conflictos sociales alrededor de
las zonas de influencia minera solo se solucionarían –para muchos– si se llevan
el apremiante “desarrollo” y el consumismo desacelerado.
“Pagaron
a la comunidad $ 65 dólares la hectárea, nos dijeron que si no vendíamos
voluntariamente íbamos a ser expropiados por la ley de servidumbre minera,
luego comunicaron que el dinero estaba depositado en el banco, reasentaron a 30
familias al predio Huarahuara y Torca con la promesa que entregaría tierras con
todos los servicios, saneamiento integral, luz, acceso de carretera, cultivo de
pastos mejorados, trabajo estable para los comuneros y becas para sus hijos, lo
que no ha sido cumplido por la empresa minera”[1].
Un
testimonio crudo de un ciudadano de tercera categoría para el Estado y sus
aliadas transnacionales.
La
minera Antapaccay (subsidiaria de la transnacional Glencore), ubicada en la
provincia cusqueña de Espinar, piensa que vivimos en plena República
Aristocrática y en un bárbaro Estado policial (aunque esto último se acerca
mucho a la realidad) y ha echado a la calle a un trabajador por atreverse a
formar un sindicato, el Sindicato de
Trabajadores Funcionarios de la Compañía Minera Antapaccay (Sitramina).
El
trabajador, con más de 30 años de servicio, señala que con fecha 23 de
noviembre de 2013 se constituyó el referido sindicato y que el 27 de ese mismo
mes y año fue inscrito en el Registro de Organizaciones Sindicales de la
Dirección Regional de Trabajo y Promoción del Empleo del Cusco, pero que solo
tres días después fue despedido por la empresa, aduciendo un supuesto retiro de confianza.
No
obstante, esta salvajada no queda allí, pues otros tres miembros
de la junta directiva también fueron víctimas de despido nulo y que además
cuatro trabajadores afiliados al Sitramina fueron despedidos por el mismo
motivo
Excepcionalmente,
los sindicalistas fueron amparados por la normativa vigente que protege el
fuero sindical y el derecho a la libertad sindical.
No
solo esta empresa minera hace uso de cartas de despido para echar a la calle a
sindicalistas, además las empresas de telecomunicaciones como Atento y otras
siguen el mismo mal ejemplo. Y lo que es peor: estos hechos y arbitrariedades
ocurren con el contubernio de jueces, policías y políticos.¿Qué se puede
esperar de un país bananero y semibárbaro? Los liberales o seudoliberales,
defensores del supuesto libre mercado –que en este país se volvieron casi todos
ultraderechistas y rabiosos macartistas–, callan en todos los idiomas.
Pedro Maesato
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